Tuesday, June 15, 2010

Ese engendro llamado "Europa"


He estado unos días en Eurodisney, o si lo prefieres, ese cuasi-obligado Xacobeo al que peregrinamos los padres con hijos pequeños, mientras les dura esa linda y emocionante inocencia. El verlos felices e inocentes nos reconforta, y admitámoslo, nos gustaría verlos así siempre, pero afortunadamente para todos, eso no puede ser. Luego crecen, les salen granos, algo más tarde se hacen novio/a, y la inocencia les abandona para no volver. Maldito tiempo que no se detiene...

A decir verdad, el de Mickey es un territorio que conozco muy bien, casi desde el mismo día de su inauguración, al cual acudí con mi empresa de viajes -Golden Tours, siempre Golden, la que tanto me enseñó...- y lo cierto es que casi nada ha cambiado desde entonces. Bueno, eso sí, ahora hay muchos más empleados que hablan español, lo que era algo más difícil de ver hace casi veinte años ya. El parque es una suerte de radiografía familiar del mosaico de la ciudadanía europea. Si bien lo que más abunda es italiano y español, en el emporio Disney de Marne la Valleé se mezclan y se distinguen sin dificultad todas las banderas de la Unión. Y es que, es cierto, en estas casi dos décadas Europa ha progresado en su proyecto de integración una barbaridad. La gente ya se mezcla en cualquier capital europea, la juventud se va reconociendo unida y homogénea en su diversidad, tenemos una misma moneda -una de las divisas más preciadas de la soberanía- y la circulación de personas, bienes y servicios en el territorio europeo, es toda una realidad que ya nadie discute. De hecho, si lo miramos bien, ya a día de hoy, la mayor parte de la legislación que controla y dirige nuestra vida diaria son disposiciones que tienen su origen en la Comisión y el Parlamento europeos.

Pero que nadie se engañe y que no se olvide jamás. Este magno proyecto político, trufado de utopía y buena voluntad, surgió de la necesidad de blindar una paz en el continente que, hasta la fundación de la organización con sede en Bruselas, había costado millones de vidas en multitud de guerras, todas de una crueldad infinita. Los europeos somos así, nos necesitamos y nos unimos, pero a la vez nos maltratamos. Miramos al resto del mundo por encima del hombro, pero somos incapaces de admitir nuestra debilidad y de reconocer el peso de nuestra historia.

En esta crisis sin precedentes, que trae su origen del país de Mickey Mouse -qué poca memoria tenemos-, Europa se lo juega todo. España también, desde luego, pero sobre todo, Europa. Europa y su concepto de destino común compartido. Y lo peor del caso es que no veo que se esté reaccionando adecuada y honestamente. Me ha defraudado profundamente Angela Merkel. Apuntaba maneras de líder continental y está acabando abatida por las pequeñas miserias del que no tiene soluciones para nada. Sigue oliendo a podrido en Bruselas. Todos los países europeos han sido llamados a perfilar reajustes presupuestarios de una dimensión desconocida hasta la fecha, todos muestran un déficit público galopante, pero no todos están dispuestos a reconocer sus pecados y menos a comprometer su estabilidad bajo ningún concepto. Si es necesario machacar al vecino, pues se hace. Así la solución de Inglaterra y Alemania no ha sido otra en los últimos meses que poner en marcha el ventilador de la los rumores maliciosos y las mentiras, a través de sus heraldos privilegiados -escudados en una dudosa interpretación de la libertad de prensa- y de sus agencias de "calificación" -a las que nadie discute nada, y que tanto se equivocaron en el pasado- para desestabilizar las economías del sur de Europa, y tratar de desviar la atención sobre lo delicado de la situación en la casa propia.

Ante los rumores que ayer apuntaban a la quiebra económica de España, que debería ser rescatada por el recién fundado fondo europeo, rumores provinientes de Alemania -y que colocaban la fuente en Bruselas-, Merkel debió cortarlos de raíz y no seguir jugando con las dudas maliciosas que tanto daño pueden hacer a millones de familias a corto plazo. Esa hubiera sido la conducta de un líder europeo solidario y sabedor de nuestro destino compartido. Pero ayer dio la verdadera medida de su liderazgo. Si tuviéramos en España líderes con personalidad, reaccionarían emprendiendo acciones legales contra el rotativo que difundió gratuitamente esos rumores. Si esos rumores verdaderamente salieron de los despachos de Bruselas, se deberían reclamar dimisiones y/o ceses fulminantes. Pero aquí seguimos sin reaccionar ante los ataques de Europa. Y la economía española, que como todas, se basa en la confianza que desprenden sus activos es impunemente agredida casi a diario sin que por nuestra parte salga nadie que dé la cara.

Europa sigue sin entender que debe abandonar sus luchas intestinas para siempre. Que lo que pasa en Ibiza, influye y mucho sobre lo que pasa en Berlín. Que lo que en Londres duele, aquí sangra, y viceversa. Nuestra desunión estratégica favorece los planes planetarios de otros que siguen creciendo y dejando atrás las crisis que orginaron y nos contagiaron. En el tablero del mundo, cada vez más ferozmente competitivo, Europa está perdida si no acaba de entender que debe olvidarse de una vez por todas de luchas miserables y cainitas. Debemos remar todos en la misma dirección, o de lo contrario, Europa pasará a ser territorio de tercer orden en muy pocas décadas.

Yo personalmente ya he perdido la inocencia, ya hace tiempo que dejé de creer en Mickey Mouse.Y tú,¿crees todavía en Mickey Mouse?

No comments: