Tuesday, May 11, 2010

Huelgas y... huelgas.


Hace unos días tuve el privilegio de participar en una tertulia política y económica en Ona Mallorca. Se intereseaban por mi opinión acerca de los sucesos en Grecia -huelgas y manifestaciones cruentas- desde un punto de vista político, si aquel completo desaguisado, me preguntaban, que ya se ha cobrado vidas humanas, tenía arreglo o no, y si acabaría por llevándonos al desastre a toda la zona Euro. Parecían realmente preocupados, y a juzgar por las imágenes que llegaban desde Atenas, era para estarlo. Me permití dar un mensaje de optimismo y afirmé que Europa saldría de ésta, sin lugar a dudas. Entre otras razones, porque no hay más remedio. Otra cosa era el panorama político que quedaría en Grecia: la fractura de confianza entre la población y la clase política en el país heleno es definitivamente insalvable, y desde hace ya muchos años. Se trata de una sociedad completamente alejada de cualquier objetivo político común que no sea el de adorar a su bandera en competiciones deportivas. El nivel de economía sumergida es alarmante, la competitividad es reducida, la productividad laboral es realmente muy baja, la motivación de la población hacia retos comunes está por los suelos y su desconfianza hacia las instituciones es absoluta. Los fundamentos de su economía tampoco son muy sólidos, turismo y agricultura, principalmente. Y además, su transición hacia una moderna economía de servicios está tardando demasiado. Por tanto, el reto del gobierno griego de salvar una nave en zozobra es realmente importante. Pero aún y con todo, algo me dice que con la ayuda de Europa lo conseguirán.

De todas formas, el pánico aquellos días llegó de nuevo a la Bolsa, se temió un nuevo crack y los especuladores golpearon al Euro y la deuda de varios países, entre ellos la del nuestro. Estuvimos a punto de un nuevo desastre económico global. La prensa británica sigue por su lado dando por saco con sus mensajes manipulados tratando de hacer leña de nuestro árbol caído, mirando así de desviar la atención sobre una economía, la suya, que tiene, si cabe, mayores problemas que la nuestra. Empiezan a salir brotes verdes en nuestra economía, es verdad, pero los problemas que soportan miles de familias comienzan a ser insostenibles.

Pero héte aquí, muy curioso, que a pesar de la que está cayendo en toda Europa siempre hay listos que van por libre. Me lo dijo M. Carmen la semana pasada y me reí por creer que sería una de sus ocurrencias ingeniosas. Luego ya sólo me sonreí cuando me lo contó mi madre, y más tarde lo escuchaba atento cuando lo comentaba indignada la gente por la calle en Barcelona, porque por causa de esa huelga llegaban tarde a sus trabajos, colocando su situación laboral en claro riesgo en un época muy peligrosa. Pues en efecto, era increíble pero completamente cierto: los maquinistas de RENFE Cercanías iban a la huelga en reinvindicación de una cuantas plazas de parking -subterráneas, que no se les vaya a mojar su coche- a ubicar en la estación de Sants. Finalmente, yo ya no daba crédito cuando lo leía en el periódico: con la que está cayendo, y cuatro desalmados y desahogados se permiten el cruel lujo y la enorme desfachatez de reinvidicar semejante privilegio de señoritos sin importarles el daño que provocan. Porque como trabajadores que son, llevar adelante tal reivindicación e ir a una huelga sin justificación y de dudosa legalidad, me parece una crueldad infinita, además de un gesto cateto y profundamente insolidario. Es tremendamente injusto que esos señores, que no hacen reclamaciones laborales básicas, es decir, demandas por un sueldo digno o unas condiciones laborales adecuadas, sino que piden que se les trate como paletos nobles del siglo quince, pongan en jaque todo el sistema de transporte público, provocando un monumental caos y un cabreo en la gente como el que se originó.

Y ya viene siendo hora de que por parte de quien corresponda, se vaya arreglando este tradicional chantaje que muchos trabajadores privilegiados de los transportes públicos, ya sea metro, ferrocarriles, pilotos, controladores, autobuses,... -que pagando los mismos impuestos cuentan con jubilaciones privilegiadas, unos privilegios que les paga toda la clase obrera a la que repetidamente machacan con sus huelgas- vienen inflingiendo al resto de la sociedad. Si no tienen vocación de servicio público, por favor, que abandonen sus sillones sin perder un minuto más.