Thursday, June 25, 2009

TEQUILA SUNRISE versus Piña Colada



Ayer tarde me encontraba en la terraza de mi habitación del hotel, en Playa Blanca, Lanzarote. Sólo a título informativo, os diré que, sentado allí, contemplaba una espectacular vista del estrecho que separa Lanzarote de Fuerteventura y el islote de Lobos, apenas dos kilómetros de mar y un horizonte culminado de bellos y viejos volcanes. Creo que merece la pena haber viajado hasta aquí sólo para disfrutar de la vista de este pequeño y apartado trecho de mar, a veces salpicado por la aparición siempre agradable de un grupo de delfines. De vez en cuando bajaba la cabeza para seguir leyendo la primera parte de Millennium (la verdad, no está nada mal). Aparte de eso, estos días mi exclusiva preocupación ha sido tener que elegir entre tomarme un Tequila Sunrise o una Piña Colada. Creo que ha habido empate, no podría asegurarlo.

Cuando comenzaba el ominoso capítulo en que la heroína es brutalmente agredida por un malvado abogado -siempre abogados-, suena mi móvil. Es Tomás M.. Mi amigo Tomás es un amigo que hemos compartido todos los hermanos en nuestra familia. Curiosamente, con cada uno de nosotros tenía algo en común. Debe ser que como nosotros nos hemos llevado tan poco en términos de edad, no costaba mucho avenirse con todos. Así, la ventaja era manifiesta, por el precio de uno te llevabas toda una pandilla. Personalmente he compartido con él muchos ratos de buen fútbol y otros de no tanto, en campos de juego hostiles de esos que abundaban tanto en los barrios del extrarradio de BCN -como el mío de procedencia-, siempre antes de que proliferaran tan salvajemente las canchas de hierba artificial y le quitara un tanto de heroísmo al fútbol federado aficionado. Tomás tenía, como solemos decir los del gremio, "un guante" en la pierna izquierda. Era el suyo un estilo muy elegante con la bola en los pies, y un tiro lejano que viajaba a puerta como un misil teledirigido. A pesar de su talento innegable, era, todo sea dicho, un poco vaguete a la hora de defender. Otra de sus notas características es que es un amante de los viejos refranes castellanos. Lo malo es que a veces le falla la memoria y los mezcla, y cuando lo hace, yo me parto sin remedio: "hasta el treinta de mayo, aguas mil y...".

A su manera, Tomás es un tipo realmente inteligente. Tiene cuatro reglas básicas para funcionar en la vida, y ese breve guión lo hace servir con suma eficacia para todo. Familia, amigos, trabajo y vivir bien.

"Estoy bien, te puedes imaginar", le contesté. Estuve de fin de semana con él no hace mucho en Arnés, un pueblo de la comarca de Matarranya, en la Terra Alta, un paisaje privilegiado que linda con la provincia de Teruel y a los pies de Els Ports del Beceit. Estábamos en la piscina del hotel rural vigilando a las niñas que llevaban más de una hora en el agua y sin visos de querer salir en otra hora más.

-¿Por qué has tardado tanto en venir antes? -me preguntó desde su tumbona.
-Me quedé en la habitación viendo la tele. Tenía curiosidad de cómo habían quedado las elecciones en Irán. Qué raro -le dije-, ha ganado Ahmadineyad. No me lo esperaba. Parece que hay follones en la capital, los estudiantes han salido a la calle y las protestas se agravan.
-No me extraña. Demasiadas pocas cosas pasan habiendo tanto cafre suelto por ahí. ¿Sabes una cosa, Òscar? Yo no entiendo la gente que no va a votar.
- Bueno, no deja de ser una opción legítima -opiné.
- Sí, seguramente sí. Pero cuando pienso la cantidad de gente en el mundo y en nuestro país que ha muerto por poder tener el derecho que disfrutamos nosotros, no lo entiendo.

Seguramente yo tenía respuestas para ofrecerle resuelto ese dilema. Pero su vieja y sencilla lógica me dejó un poco cao y me dio por reflexionar a bote pronto, como se suele decir. Me acordé de esos estudiantes corriendo delante de la policía en las calles de Teherán que, una vez más, como en otros tantos lugares, se jugaban literalmente el físico reclamando un derecho y la limpieza de su ejercicio. Me acordé sobre todo de esas mujeres, armadas de coraje inaudito, cuyo papel sigue siendo secundado de forma grave e ilógica (y digo "sobre todo", porque en ese país hay una policía especializada en "buenas costumbres", que vigila por la corrección -machista- de la indumentaria que muestran las mujeres, pudiendo ser severamente castigadas si no lucen de acuerdo con la norma establecida por los "guardianes de la fe").

Muy al contrario de lo que suele decirse, esos estudiantes sí que se juegan mucho, nada menos que su futuro y el de sus hijos. Todas las generaciones requieren de unos cuantos esforzados y atrevidos visionarios, que, arriesgando su propia vida, nos recuerdan a los demás que nuestro bienestar y nuestra libertad, como la que yo ahora mismo estoy ejerciendo al redactar estas reflexiones, no sólo debe lograrse, sino también cuidarse y conservarse. Mi deseo de la mayor fortuna para esas/os heroínas/héroes anónimas/os.

Playa Blanca ( Lanzarote), 24 de junio de 2009.

Friday, June 12, 2009

Una de cal y otra de...



Haces unos días mi amigo Santi, con quien juego a tenis de vez en cuando, me confesó que leía este blog. Me animó a que lo hiciera más a menudo. No es una cuestión de tiempo, le dije, se trata a veces de tener algo verderamente interesante qué contar, lo demás no sería más que una pérdida de tiempo para quien me lee. Lo de escribir sin apreturas tiene eso, que lo dejas para cuando tienes tiempo o algo te llama poderosamente la atención. El peligro reside, precisamente, en verte en la obligación de escribir y someter tu jucio a diario a un gran grupo de personas; es más fácil equivocarse de lo que parece.

Esta vez me he decidido a hacerlo porque abrigo una sensación agridulce, en términos sociales, sobre lo que veo que pasa a mi alrededor y necesito sacármela de encima, si me lo permitís. Lo cierto es que mayo, salvo el ominoso accidente de aviación de Air France, había traído buenas noticias y sobre todo un hálito de esperanza a las maltrechas economías europeas. La venta de coches en España, merced a los impulsos gubernativos y sin todavía registrar números de hace un par o tres años, se han recuperado bastante y logran garantizar la economía de muchas familias de este país para una buena temporada. Los precios de hipotecas así como de la cesta de la compra van a la baja, la bolsa se va recuperando del enorme y largo susto, e incluso los números del paro se contienen a nivel estatal con la vista puesta ya en el verano.

Desde el otro lado del Atlántico muchas entidades financieras se encuentran ya retornando débitos al Estado federal en un signo claro del retorno de la confianza a los grandes bancos. La fiolosófía de la regulación y del control sobre los mercados financieros están dando sus primeros frutos. En política internacional, se plantea una campaña electoral en Irán con una fuerza reformista y democrática, basada en el voto juvenil, que hace insuflar esperanzas para el futuro de Oriente Medio, lo que es decir para el mundo en general. (La guinda del pastel la puso ese inmenso Barça que con su espectacular ramillete de títulos hizo disfrutar del fútbol a propios y extraños, recolectando admiración y loas desde los cinco continentes).

Y todo eso son buenas noticias, aunque no queramos verlas de esa forma. No se trata de nada definitivo, de acuerdo, pero el que se presenten signos positivos en la forma que sea significa que ya ha de lucharse sólo por su estabilización y por su mejora, que tenemos un buen camino por recorrer con paso firme y sin mayores dudas. Con la confianza volverá el consumo y la enorme máquina de la economía, ya bien engrasada, volverá otra vez a rodar.

Pero mira tú que junio, con el incremento de las temperaturas, me ha retornado a mi tradicional postura de escepticismo de la que no logro deshacerme desde hace mucho tiempo. Las elecciones europeas concluyeron con una triste y bochornosa campaña electoral en la que se habló muy poco de Bruselas, siendo como es que allí ya se decide más de un sesenta por ciento del cuerpo legislativo que rige nuestra vida diaria. No acabo de comprender cómo, y no sólo en España, la clase política se esfuerza en hacerlo todo tan tan mal. Así las cosas, el avance de la derecha más conservadora en el Parlamento de Estrasburgo es ya un hecho y eso no es una buena noticia para nadie. Por otra parte, el petróleo ha vuelto a las suyas y ya empieza a planear por encima de la cota de los setenta dólares, con una tendencia alcista que parece bien consolidada. Es tiempo de recoger para especuladores.

Por si poco fuera, hoy me desayuno con la noticia de que un supuesto "ser superior" se la ha pasado por la cabeza fichar un tuercebotas para su equipo del alma por una nadería de noventa y cinco millones de euros (a esto súmale impuestos, comisiones, y el sueldo del chaval, que también comisiones e impuestos aparte, no querrá salir de corto sin cobrar menos de quince millones de euros por temporada). ¿Se han vuelto locos?, ¿se han preguntado la de problemas que se podrían arreglar con ese dinero? No es ninguna demagogia, políticos y dirigentes de toda Europa han dicho ya abiertamente que se ha traspasado todos los límites de la cordura. Yo añado de la cordura y de la decencia. Pagarle ese dinero a un niñato bonito, por muy bueno que sea (que nada garantiza, porque ya perdió hace poco una copa de Europa de muy malos modos) es simplemente indecente, y nada justifica, nada, esa barbaridad. Y lo dice alguien, como bien sabéis, amante del buen fútbol.

De inmediato lo pretenden justificar, desde todas las teles y periódicos nacionales de este país, con el falso y triste argumento del dinero que va a generar el futbolista a su club. Mentira. Eso ya ha pasado con otros fichajes anteriores en ese mismo club, y la entidad mantiene una deuda desde entonces de la que todavía no se ha recuperado.

En este momento quisiera recordar que una de las más extendidas y unánimes conclusiones que nos ha dejado esta longeva crisis es la falta de rearme moral y el vacío de valores que ha provocado semejante depresión. Fueron desalmados ejecutivos de grandes firmas norteamericanas que, aprovechando la falta de regulación y control políticos y combinando ambición y egoísmo sin límites con absoluta incompetencia e irracionalidad en la gestión, los que provocaron el crack financiero a nivel planetario. Hay quien, obnubilado por falsas urgencias y más bien pobres pasiones es incapaz de aprender nada bueno. Se acabaron los dulces sueños, amigos, los tiburones vuelven a la realidad.