Monday, November 15, 2010

UN DIA EN TU VIDA


Un día te levantas como cada mañana, metes a tu hija en el coche y la llevas al colegio. Al salir la coges de la mano y, de pronto, a unos quince metros de la puerta, te das cuenta de que ella tira de tu brazo; te paras, te giras y te dice de repente que no la acompañes, que quiere entrar sola. Te pasmas hasta que comprendes, es como si algún jarrón, o muchos jarrones a la vez, se rompieran en tu interior. A pesar de su cortísima edad, la ves alejarse y piensas que esto es sólo el aperitivo de lo que más adelante te espera. No importa tus sacrificios ni tus desvelos, un día se presentará una amiga a las ocho de la mañana, vestida de Lady Gaga, y te dirá que no hace falta que la acompañes al "insti", que cogerán el tren, el autobús o lo que sea. Entonces sentirás que en tu interior ya no quedan jarrones que romperse y poca vajilla resta viva. Y tiempo adelante todavía peor, se presentará un tipo un buen sábado por la tarde disfrazado entre James Dean y el vampiro de Crepúsculo, y sin contemplaciones la cogerá de la mano y te la devolverá antes del amanecer. Tú los verás alejarse calle abajo con rostro picassiano, la mirada perdida y la habitación de tu pecho sola y fría como un solitario castillo en invierno, mientras piensas que ya no queda mucho para que las discusiones se acaben y un lejano domingo la lleves al altar, o al ayuntamiento, o al Registro Civil y luego te venga a ver, como mucho, una o dos veces por semana.

A todo eso que miras de olvidar el asunto y subes el coche y pones la radio. "La de cosas que han pasado en el último mes", dice el conductor del magazine. Es verdad: Obama descarrila en las legislativas, demasiada tibieza en las reformas prometidas y demasiado pesado el legado recibido; el Papa patina mientras aterriza en España ("Dove va la finezza vaticana?"); Bush se dice disidente de la guerra -menos mal!- y le crece la nariz; Mohammed saca el cuchillo de la chilaba a pasear y pierde el corazón del Sahara para siempre; los "mercados" vuelven a la carga y todo se pone a temblar; el Presi, de paseo por Afghanistan y el G-20; Rania desciende entre los mortales y nos obsequia con su belleza y su clase; y de repente, el Paseo de Gracia florece en pleno otoño...

Nueve cuarenta y cinco horas. Su señoría te recibe en la Sala con cara de fastidio. Tú has perbicibido el ambiente de colegueo que se gasta con la fiscal justo antes de empezar y cómo te miran como al plasta que viene a amargarles la mañana con sus argumentos imposibles y su verborrea de mentiroso compulsivo. Acaba la vista, respiras hondo porque se disipa la niebla de hostilidad y mal rollo que de forma absurda se genera allí dentro. A pesar de todo no ha ido mal, dentro de quince días recogerás una sentencia favorable que te aliviará porque tus argumentos ni eran imposibles ni tu verborrea fue gratuita.

Sobre las doce horas llega Pedro M. al despacho. Las ojeras le pueden, la cara se le cae, le cuesta decirlo pero al final te cuenta que no puede pagar el crédito y tienes que confirmarle que su casa se la llevará el banco. No importará nada que un día fuera un emprendedor de éxito ni un padre ejemplar, que arrancara de un pequeño negocio de comidas preparadas para años más tarde dar trabajo a treinta o cuarenta personas. Un error, un mal cálculo, solicitó una ampliación de hipoteca para ampliar el negocio sin esperar que la c... se le echara encima. Noto cómo lucha por contener las lágrimas, da por perdido su hogar y comienza pergeñar un futuro nuevamente desde cero."¿Cómo se lo diré a ellas?".

Comes. A media tarde llega ella con unos resplandecientes veintiocho añitos. Algo ilumina tu despacho cuando deja el abrigo y se sienta frente a tí, y se pone a hablar. Es un asunto que se arreglara en pocos días, afortunadamente. Pero lo que te alivia de veras es el aire fresco que trae consigo y su valentía. A pesar de su juventud te cuenta que ya ha viajado por todo el mundo, que ha estudiado diseño en Nueva York y que con su compañero han montado una empresa. Están contentos, están vendiendo bien sus diseños en Italia y pronto comenzarán aquí. Lo ves claro, ella triunfará: tiene muy claros los conceptos, está preparada, sabe idiomas, tiene imagen y derrocha optimismo y valor. Es gratificante contemplar en este gris paisaje de frustración y pesimismo como a pesar de todo surgen almas valerosas y emprendedoras que retan al destino.

Vuelves al ordenador y contestas el correo. Los problemas siempre te esperan en la bandeja de la entrada. Pero ya son las siete. Apagas todo y raudo sales en busca de tu droga preferida. Tráfico, caravana. Llegas a casa agotado y sin llegar abrir la puerta del todo, alguien te dice: ¿Jugamos un rato papá?


Dedicado a Ricardo Fdez. Jubany, asiduo lector de este blog (gracias!) y a Juan Ayén Pérez. Un abrazo.