Thursday, July 13, 2006

Contextos.

Inicio hoy mi singladura por el mundo de la intercomunicación. No estoy muy seguro de que sea un gran día por eso. En un mundo como este, que haya una voz más no parece tener gran importancia. En todo caso, lo importante de veras es que puedan haberlas y en todos los tonos, y que con oyentes o no, puedan expresarse con libertad.

El suceso más llamativo de la jornada es sin duda el recrudecimiento de las hostilidades en la frontera de Israel con el Líbano. La sensibilidad geoestrátegica de la zona merece toda mi atención. Es curioso, el verano pasado, Peter, un amigo británico que imparte clases de inglés en Barcelona, me comentaba lo bien que había pasado las vacaciones en Beirut, la sensación de seguridad que se respiraba, la hospitalidad de su gente, además, me dijo, de lo barato que resultaban unas vacaciones en unas magníficas playas mediterrráneas. Se alegraba, me acabó comentando, de que Beirut volviera a respirar aquel lejano de clima de libertad que un día la hizo próspera y afamada. Pero aquellos tiempos pasaron hace mucho, y Líbano parecía estar recuperando muy lentamente -con permiso de Damasco- aquel cálido clima que la hiciera bautizar como la "Suiza" del Oriente Medio, aquel reducto de tolerancia y mezcolanza cultural. Nueva y desgraciadamente, Líbano vuelve a pagar un precio muy alto por su vencidad con judíos y palestinos. ¿Volverá la paz a Oriente Medio? Algún día, seguro que sí.

Zidane se ha pronunciado por fin. Casi mejor que no lo hubiera hecho. Nadie le discutirá jamás su clase, su elegancia, la armonía de sus movimentos con una bola en los pies; una elegancia que por contra ha despreciado al no mostrar arrepentimiento por una falta injustificable. Llueve sobre mojado. Apesar de todo, sus quiebros se echarán de menos.

Maragall pretendía hoy convocar elecciones autonómicas para el día de todos los santos. Genio y figura, hasta la sepultura. El todavía "President" no se resiste a dejar marcada su impronta en los anales políticos catalanes. Le cuesta horrores no pasar desapercibido, ni que sea en algo tan sencillo como en una simple convocatoria electoral que prácticamente tenía ya fecha señalada. Su motivación, dicen: evitar que la participación electoral torne a ser testimonial. No es privativo, no obstante, de Maragall. En general, la clase política -catalana, española, europea- no se resigna al hecho ya consumado de que la política deje de ser un hecho central en nuestras vidas. Es normal que como gestores de nuestros intereses busquen una mayor legitimidad en sus políticas a base de intentar lograr una mayor participación en los sucesivos comicios, pero la realidad hace ya años que demuestra -en España y fuera de ella-que la ciudadanía sólo mira la política como un hecho social que le afecta muy relativamente. Desde luego, no es algo que deba aplaudirse. Pero tampoco la lógica preocupación justifica modos extravagantes en este delicado asunto. Menos comprensible sería aún, como se ha visto publicado, que la convocatoria se realizara en fecha laborable. Sólo falta que además, las elecciones entorpezcan el proceso productivo.


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