Friday, June 12, 2009

Una de cal y otra de...



Haces unos días mi amigo Santi, con quien juego a tenis de vez en cuando, me confesó que leía este blog. Me animó a que lo hiciera más a menudo. No es una cuestión de tiempo, le dije, se trata a veces de tener algo verderamente interesante qué contar, lo demás no sería más que una pérdida de tiempo para quien me lee. Lo de escribir sin apreturas tiene eso, que lo dejas para cuando tienes tiempo o algo te llama poderosamente la atención. El peligro reside, precisamente, en verte en la obligación de escribir y someter tu jucio a diario a un gran grupo de personas; es más fácil equivocarse de lo que parece.

Esta vez me he decidido a hacerlo porque abrigo una sensación agridulce, en términos sociales, sobre lo que veo que pasa a mi alrededor y necesito sacármela de encima, si me lo permitís. Lo cierto es que mayo, salvo el ominoso accidente de aviación de Air France, había traído buenas noticias y sobre todo un hálito de esperanza a las maltrechas economías europeas. La venta de coches en España, merced a los impulsos gubernativos y sin todavía registrar números de hace un par o tres años, se han recuperado bastante y logran garantizar la economía de muchas familias de este país para una buena temporada. Los precios de hipotecas así como de la cesta de la compra van a la baja, la bolsa se va recuperando del enorme y largo susto, e incluso los números del paro se contienen a nivel estatal con la vista puesta ya en el verano.

Desde el otro lado del Atlántico muchas entidades financieras se encuentran ya retornando débitos al Estado federal en un signo claro del retorno de la confianza a los grandes bancos. La fiolosófía de la regulación y del control sobre los mercados financieros están dando sus primeros frutos. En política internacional, se plantea una campaña electoral en Irán con una fuerza reformista y democrática, basada en el voto juvenil, que hace insuflar esperanzas para el futuro de Oriente Medio, lo que es decir para el mundo en general. (La guinda del pastel la puso ese inmenso Barça que con su espectacular ramillete de títulos hizo disfrutar del fútbol a propios y extraños, recolectando admiración y loas desde los cinco continentes).

Y todo eso son buenas noticias, aunque no queramos verlas de esa forma. No se trata de nada definitivo, de acuerdo, pero el que se presenten signos positivos en la forma que sea significa que ya ha de lucharse sólo por su estabilización y por su mejora, que tenemos un buen camino por recorrer con paso firme y sin mayores dudas. Con la confianza volverá el consumo y la enorme máquina de la economía, ya bien engrasada, volverá otra vez a rodar.

Pero mira tú que junio, con el incremento de las temperaturas, me ha retornado a mi tradicional postura de escepticismo de la que no logro deshacerme desde hace mucho tiempo. Las elecciones europeas concluyeron con una triste y bochornosa campaña electoral en la que se habló muy poco de Bruselas, siendo como es que allí ya se decide más de un sesenta por ciento del cuerpo legislativo que rige nuestra vida diaria. No acabo de comprender cómo, y no sólo en España, la clase política se esfuerza en hacerlo todo tan tan mal. Así las cosas, el avance de la derecha más conservadora en el Parlamento de Estrasburgo es ya un hecho y eso no es una buena noticia para nadie. Por otra parte, el petróleo ha vuelto a las suyas y ya empieza a planear por encima de la cota de los setenta dólares, con una tendencia alcista que parece bien consolidada. Es tiempo de recoger para especuladores.

Por si poco fuera, hoy me desayuno con la noticia de que un supuesto "ser superior" se la ha pasado por la cabeza fichar un tuercebotas para su equipo del alma por una nadería de noventa y cinco millones de euros (a esto súmale impuestos, comisiones, y el sueldo del chaval, que también comisiones e impuestos aparte, no querrá salir de corto sin cobrar menos de quince millones de euros por temporada). ¿Se han vuelto locos?, ¿se han preguntado la de problemas que se podrían arreglar con ese dinero? No es ninguna demagogia, políticos y dirigentes de toda Europa han dicho ya abiertamente que se ha traspasado todos los límites de la cordura. Yo añado de la cordura y de la decencia. Pagarle ese dinero a un niñato bonito, por muy bueno que sea (que nada garantiza, porque ya perdió hace poco una copa de Europa de muy malos modos) es simplemente indecente, y nada justifica, nada, esa barbaridad. Y lo dice alguien, como bien sabéis, amante del buen fútbol.

De inmediato lo pretenden justificar, desde todas las teles y periódicos nacionales de este país, con el falso y triste argumento del dinero que va a generar el futbolista a su club. Mentira. Eso ya ha pasado con otros fichajes anteriores en ese mismo club, y la entidad mantiene una deuda desde entonces de la que todavía no se ha recuperado.

En este momento quisiera recordar que una de las más extendidas y unánimes conclusiones que nos ha dejado esta longeva crisis es la falta de rearme moral y el vacío de valores que ha provocado semejante depresión. Fueron desalmados ejecutivos de grandes firmas norteamericanas que, aprovechando la falta de regulación y control políticos y combinando ambición y egoísmo sin límites con absoluta incompetencia e irracionalidad en la gestión, los que provocaron el crack financiero a nivel planetario. Hay quien, obnubilado por falsas urgencias y más bien pobres pasiones es incapaz de aprender nada bueno. Se acabaron los dulces sueños, amigos, los tiburones vuelven a la realidad.

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