En los últimos tiempos proliferan por todas partes foros de análisis político-sociales, encuentros de "sabios", tertulias de cerebros que nutren de prestigio a buena parte de la clase política en la reserva, a magnates desconocidos con deseos de posteridad, a serios académicos de títulos extraños, y a altos ejecutivos de multinacionales en retirada. Lo lamento mucho, pero lo cierto es que poca cosa aportan, ninguno de ellos, a nuestro pensamiento moderno. En efecto, entre café y café, ellos seguirán sin desmayo reflexionando aparte en las alturas y, para colmo de todo asombro, sembrarán de críticas páginas enteras de periódicos, horas de audición en noticiarios de radio y televisión y provocarán a su vez entrevistas y más entrevistas para seguir analizando vete a saber qué, e impartirán cursos y más cursos que sirvan para dar, al fin, con una lógica a tal sinrazón de tanto pensamiento vacuo de contenido útil. En fin.
En realidad, si lo miramos bien, es un poco eso lo que ocurre con esta aguda crisis que nos atraviesa, que nuestro sistema socio-político y nuestro entramado económico-financiero, en consonancia con los tiempos, se han nutrido de abierta falsedad, de puro marketing absolutamente alejado de toda realidad, de una ansiedad extrema de incrementar exponencialmente, de un año a otro, de un mes al siguiente, una cuenta de beneficios que la mayoría de las veces iban maquillados con activos falsos, a fin y efecto de colmar los bolsillos de consejeros delegados, con contratos billonarios y bunkerizados. Un calco de lo que ocurre en la arena política, en la que cualquier cifra, también maquillada ya sin disimulo, servía para seguir aguantando con hilos una falsa política que jamás mira de facilitar las cosas a los ciudadanos de a pie, a los consumidores, a los pequeños empresarios, a todos los que con sus pequeños pasos y grandes esfuerzos hacen que nuestra economía productiva se mueva de veras a pesar de la burocracia administrativa e improductiva que va en aumento, a pesar de la especulación , una política asustada que sólo busca ponérselo fácil a las grandes compañías, a los grandes empresarios, nuevos ricos o no, para que sigan invirtiendo a cargo de presupuestos públicos , a base de pelotazos inmisericordes y con un nivel de riesgo cero.
La penúltima bobada que voy escuchando por esos glamurosos mentideros de sabios, incluso por algunas tertulias de especialistas en todo (que valentía o que desahogo, según se mire, ser capaz de saber de todo) es que en uno de los pilares de esta crisis, nuestra política actual, "faltan líderes". Claro, dicho comentario proviene muchas veces de sabios retirados cuyo mensaje subrepticio viene a ser "yo lo hacía mejor"; otras veces vienen de analistas poco afortunados que miran atrás con nostalgia, incluso dando ciertos nombres y apellidos como González, Pujol, Kohl, Miterrand,..., como si aquellos en su día no les hubieran dado suficiente cera por liderar "proyectos agotados", "por presidir con falta de ideas", etc, etc.
No amigos, no nos dejemos engañar, aquí no faltan líderes sino que sobran . Sobran a todos los niveles y en todos los sectores de la actividad económica y social, al más alto nivel que se os ocurra, porque en ese nivel más alto es donde dormitan amenazantes los peores, los que en su vida conocerán el rigor extremo y el dolor agudo de descolgar el teléfono una mañana con la voz de tu banco al otro lado del hilo que te llama para decirte que te retrasar dos mensualidades de la hipoteca y que a la tercera te vas a la calle, tengas hijos o no, da igual, o que te cierran el crédito y bajas la persiana, Sobran líderes, líderes y presidentes elíseos, de los que buscan un titular cada cuarto de hora, incluso cuando van a hacer algo tan fútil y matutino como irse a correr, con gorilas y fotógrafos detrás, como si ellos hubieran inventado las zapatillas, líderes y presidentes de los que organizan grandes encuentros de amigos presidentes que no deciden nada, asustan al personal con su indecisión pero que, eso sí, cenan hasta aburrirse de comer; sobran presidentes que cada mes nos incordian con su arrugada arrogancia para decirnos: no, lo siento, este mes tampoco bajo el interés, hasta que un día como hoy se le ocurre bajarlo, cuando ya es demasiado tarde y nada aliviará el número fatídico de muchos dolores de cabeza; sobran presidentes, o pequeños presidentes que se suben a una tribuna para hablarnos tan tranquilos de "valores" o de que "hay que producir más" para acabar con la crisis, ¡que trabajemos más, que tengamos más valores!, qué fácil es pensar con un sueldazo a cargo del erario público, se habrán roto la crisma dando soluciones...; y, en fin, sobran también mucho ex-presidente, de los nostálgicos de los despachos oficiales, de las banderas y de las ruedas de prensa, de los que hablan y dicen tonterías hasta en inglés, pero qué arrogantes y justos,...
No faltan, no, lo que sobran son muchos líderes. Lo que sí hace alta es gente corriente, gente honrada y valiente que se atreva a decir no a una gran compañía, a un gran banco, a una gran distribuidora de alimentación, a un secretario de estado, que se enfrente a compañeros suyos, presidentes o no, vice-presidentes o no, de los que sólo piden más sueldo y otro coche oficial. Ahora no se me ocurre, pero creo que deberíamos encontrar un sistema realmente eficaz para jubilar a tanto listo, a tanto "líder", a tanto presidente y vicepresidente, a tanto analista y a tanto especulador-ejecutivillo-aprovechado. Basta de falsedades, por favor, basta de trucos, de comisiones, de pelotazos, de burbujas, de nuevos ricos, líbrenos Dios de más nuevos ricos, de encuentros de sabios y expertos, y busquemos de una vez gente honesta y valerosa, no hace falta que sean líderes.
¿Difícil? Sí, eso me temo. Pero debemos buscarlos/as.
En realidad, si lo miramos bien, es un poco eso lo que ocurre con esta aguda crisis que nos atraviesa, que nuestro sistema socio-político y nuestro entramado económico-financiero, en consonancia con los tiempos, se han nutrido de abierta falsedad, de puro marketing absolutamente alejado de toda realidad, de una ansiedad extrema de incrementar exponencialmente, de un año a otro, de un mes al siguiente, una cuenta de beneficios que la mayoría de las veces iban maquillados con activos falsos, a fin y efecto de colmar los bolsillos de consejeros delegados, con contratos billonarios y bunkerizados. Un calco de lo que ocurre en la arena política, en la que cualquier cifra, también maquillada ya sin disimulo, servía para seguir aguantando con hilos una falsa política que jamás mira de facilitar las cosas a los ciudadanos de a pie, a los consumidores, a los pequeños empresarios, a todos los que con sus pequeños pasos y grandes esfuerzos hacen que nuestra economía productiva se mueva de veras a pesar de la burocracia administrativa e improductiva que va en aumento, a pesar de la especulación , una política asustada que sólo busca ponérselo fácil a las grandes compañías, a los grandes empresarios, nuevos ricos o no, para que sigan invirtiendo a cargo de presupuestos públicos , a base de pelotazos inmisericordes y con un nivel de riesgo cero.
La penúltima bobada que voy escuchando por esos glamurosos mentideros de sabios, incluso por algunas tertulias de especialistas en todo (que valentía o que desahogo, según se mire, ser capaz de saber de todo) es que en uno de los pilares de esta crisis, nuestra política actual, "faltan líderes". Claro, dicho comentario proviene muchas veces de sabios retirados cuyo mensaje subrepticio viene a ser "yo lo hacía mejor"; otras veces vienen de analistas poco afortunados que miran atrás con nostalgia, incluso dando ciertos nombres y apellidos como González, Pujol, Kohl, Miterrand,..., como si aquellos en su día no les hubieran dado suficiente cera por liderar "proyectos agotados", "por presidir con falta de ideas", etc, etc.
No amigos, no nos dejemos engañar, aquí no faltan líderes sino que sobran . Sobran a todos los niveles y en todos los sectores de la actividad económica y social, al más alto nivel que se os ocurra, porque en ese nivel más alto es donde dormitan amenazantes los peores, los que en su vida conocerán el rigor extremo y el dolor agudo de descolgar el teléfono una mañana con la voz de tu banco al otro lado del hilo que te llama para decirte que te retrasar dos mensualidades de la hipoteca y que a la tercera te vas a la calle, tengas hijos o no, da igual, o que te cierran el crédito y bajas la persiana, Sobran líderes, líderes y presidentes elíseos, de los que buscan un titular cada cuarto de hora, incluso cuando van a hacer algo tan fútil y matutino como irse a correr, con gorilas y fotógrafos detrás, como si ellos hubieran inventado las zapatillas, líderes y presidentes de los que organizan grandes encuentros de amigos presidentes que no deciden nada, asustan al personal con su indecisión pero que, eso sí, cenan hasta aburrirse de comer; sobran presidentes que cada mes nos incordian con su arrugada arrogancia para decirnos: no, lo siento, este mes tampoco bajo el interés, hasta que un día como hoy se le ocurre bajarlo, cuando ya es demasiado tarde y nada aliviará el número fatídico de muchos dolores de cabeza; sobran presidentes, o pequeños presidentes que se suben a una tribuna para hablarnos tan tranquilos de "valores" o de que "hay que producir más" para acabar con la crisis, ¡que trabajemos más, que tengamos más valores!, qué fácil es pensar con un sueldazo a cargo del erario público, se habrán roto la crisma dando soluciones...; y, en fin, sobran también mucho ex-presidente, de los nostálgicos de los despachos oficiales, de las banderas y de las ruedas de prensa, de los que hablan y dicen tonterías hasta en inglés, pero qué arrogantes y justos,...
No faltan, no, lo que sobran son muchos líderes. Lo que sí hace alta es gente corriente, gente honrada y valiente que se atreva a decir no a una gran compañía, a un gran banco, a una gran distribuidora de alimentación, a un secretario de estado, que se enfrente a compañeros suyos, presidentes o no, vice-presidentes o no, de los que sólo piden más sueldo y otro coche oficial. Ahora no se me ocurre, pero creo que deberíamos encontrar un sistema realmente eficaz para jubilar a tanto listo, a tanto "líder", a tanto presidente y vicepresidente, a tanto analista y a tanto especulador-ejecutivillo-aprovechado. Basta de falsedades, por favor, basta de trucos, de comisiones, de pelotazos, de burbujas, de nuevos ricos, líbrenos Dios de más nuevos ricos, de encuentros de sabios y expertos, y busquemos de una vez gente honesta y valerosa, no hace falta que sean líderes.
¿Difícil? Sí, eso me temo. Pero debemos buscarlos/as.
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