El surcoreano Ban Ki Moon acaba de jurar su cargo como nuevo Secretario General de Naciones Unidas. En su juramento, entre otras cosas, promete fidelidad absoluta a la organización, así como no responder a la voluntad unilateral, ni a mandatos ni a órdenes de ninguno de los países miembros. Esto, lejos de tratarse de un desideratum propio de una fórmula rigorística en un acto protocloario, recobra su verdadero sentido si hacemos una breve retrospectiva de la gestión llevada a cabo por el Secretario saliente, Kofi Annan.
Tras su segundo mandato cabe concluir que Koffi Annan se ha visto en gran medida menoscabado en sus capacidades como Secretario General, habida cuenta su lacerante y poco larvado enfrentamiento con la administración norteamericana, de fuertes convicciones unilateralistas y abiertamente escéptica ante las posibilidades reales de la organización. Aún y con todo, bajo nuestro punto de vista Annan ha demostrado tener bien interiorizados los valores que mueven NU, y ha sabido mantener firme su independencia de criterio que, si bien no han podido ayudarle a llevar una gestión cómoda -y netamente eficaz- durante sus dos mandatos consecutivos, si por lo menos ha logrado dejar intacta la credibilidad de la organización ante el resto de la sociedad internacional, lo cual es lo mismo que decir que ha sabido asegurar el futuro de la misma. En este sentido sí cabe decir que su gestión ha resultado notablemente eficiente. No le quepa a nadie duda que de haberse doblegado a los designios de convicciones unilateralistas, NU se hubiera colocado en serio riesgo de desaparición. Y eso Annan lo entendió siempre a la perfección, manteniéndose firme contra viento y marea asido al contenido de su juramento, así como fiel a los dictados de la legalidad internacional, lo cual ha dado oxígeno suficiente a UN para sobrevivir en momentos extremadamente delicados, sobre todo a tenor de lo sucedido en la guerra de Iraq.
No debería perder de vista el nuevo Secretario las enseñanzas que lega la gestión de Annan a lo largo de sus dos mandatos. Sería recomendable que entendiera que por encima de todo, lo que con mayor valor atesora NU es su prestigio como organización independiente de todo criterio en el ada vez más complejo concierto de la sociedad internacional. Con la victoria de los demócratas americanos en las últimas legislativas en los USA, y como bien dice Le Figaró (París, 14/12/2006), se abre una nueva etapa en la que la multilateralidad vuelve a cobrar protagonismo afortunadamente, acaso momento adecuado para retomar proyectos de reforma en el seno del Consejo de Seguridad, así como para la promoción decidida de soluciones concertadas en crisis que esperan solución a la vuelta de la esquina, como la ambición nuclear de Teherán o el enquistado conflicto en Palestina. Naciones Unidas debe seguir haciendo oir su voz con claridad en la arena mundial, por encima de perfiles personales o de estrategias nacionales. Suerte para Ban Ki Moon en su nuevo cargo, y mi reconocimiento para Kofi Annan por su esforzada labor.
Tras su segundo mandato cabe concluir que Koffi Annan se ha visto en gran medida menoscabado en sus capacidades como Secretario General, habida cuenta su lacerante y poco larvado enfrentamiento con la administración norteamericana, de fuertes convicciones unilateralistas y abiertamente escéptica ante las posibilidades reales de la organización. Aún y con todo, bajo nuestro punto de vista Annan ha demostrado tener bien interiorizados los valores que mueven NU, y ha sabido mantener firme su independencia de criterio que, si bien no han podido ayudarle a llevar una gestión cómoda -y netamente eficaz- durante sus dos mandatos consecutivos, si por lo menos ha logrado dejar intacta la credibilidad de la organización ante el resto de la sociedad internacional, lo cual es lo mismo que decir que ha sabido asegurar el futuro de la misma. En este sentido sí cabe decir que su gestión ha resultado notablemente eficiente. No le quepa a nadie duda que de haberse doblegado a los designios de convicciones unilateralistas, NU se hubiera colocado en serio riesgo de desaparición. Y eso Annan lo entendió siempre a la perfección, manteniéndose firme contra viento y marea asido al contenido de su juramento, así como fiel a los dictados de la legalidad internacional, lo cual ha dado oxígeno suficiente a UN para sobrevivir en momentos extremadamente delicados, sobre todo a tenor de lo sucedido en la guerra de Iraq.
No debería perder de vista el nuevo Secretario las enseñanzas que lega la gestión de Annan a lo largo de sus dos mandatos. Sería recomendable que entendiera que por encima de todo, lo que con mayor valor atesora NU es su prestigio como organización independiente de todo criterio en el ada vez más complejo concierto de la sociedad internacional. Con la victoria de los demócratas americanos en las últimas legislativas en los USA, y como bien dice Le Figaró (París, 14/12/2006), se abre una nueva etapa en la que la multilateralidad vuelve a cobrar protagonismo afortunadamente, acaso momento adecuado para retomar proyectos de reforma en el seno del Consejo de Seguridad, así como para la promoción decidida de soluciones concertadas en crisis que esperan solución a la vuelta de la esquina, como la ambición nuclear de Teherán o el enquistado conflicto en Palestina. Naciones Unidas debe seguir haciendo oir su voz con claridad en la arena mundial, por encima de perfiles personales o de estrategias nacionales. Suerte para Ban Ki Moon en su nuevo cargo, y mi reconocimiento para Kofi Annan por su esforzada labor.
No comments:
Post a Comment