Esta es una historia que no por mil veces contada deja de tener sentido su recuerdo.
El 11 de julio de 1995, cientos de familias musulmanas se refugiaron en el enclave de Sebrenica, pequeña ciudad del este de Bosnia declarada como zona segura por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y protegida por la UNPROFOR (Fuerza de Protección de Naciones Unidas). Esos cientos de familias iban huyendo despavoridas del acoso armado de las fuerzas serbo-bosnias, comandadas por el General Ratko Maldlic, primer general del entonces Presidente de la República de Srpska Radovan Karadzic, así como el General Radislav Krstic. En ese día de verano de infausto recuerdo para toda la humanidad -especialmente para la sociedad europea- las tropas asaltantes tomaron la ciudad de Sebrenica para acometer con increíble frialdad una masacre que se llevó por delante nada menos que a 8.000 personas, en su gran mayoría varones así como a muchos niños, con el claro objetivo de exterminar a la población musulmana en aquella parte del territorio bosnio. El genocidio se fue sucediendo por varios días de manera insmisericorde a través de masivas ejecuciones sumarísimas por parte del ejército serbo-bosnio, muchos de cuyos elementos se dedicaron entre ejecución y ejecución a violar sistemáticamente a muchas de las mujeres e hijas de los varones que iban siendo exterminados, así como procediendo a su deportación. Una vez consumada la tragedia, los cuerpos fueron enterrados sin mayor ceremonia en fosas comunes.
Huelga decir que los asesinos se saltaron todas los Convenios Internacionales sobre la materia, especialmente el Convenio de Ginebra sobre protección debida a las personas civiles en tiempos de guerra, de 1949. Huelga añadir las dificultades que muchos años después siguen teniendo forenses internacionales para continuar con la tarea de reconocimiento de los cadáveres una vez fueron levantadas las fosas comunes y exhumados los cuerpos. Debe recordarse la vergonzosa colaboración que no se sabe cuántos habitantes de las zonas serbias parecen mostrar al ocultar a los principales culpables de la perpetración de la matanza, Karadzic y Mladic, que siguen prófugos, casi con toda seguridad, en aquella misma región, un obstruccionismo de una parte de la población serbia que fue ya denunciado por el Parlamento Europeo, en su resolución de 7 de julio de 2005.
No sé muy bien si por fortuna o no, porque a veces pienso que esta es una época de locos consumistas y conectados, pero han quedado algunas imágenes de la matanza en los alrededores de Sebrenica a cargo de la perversa unidad de los "Escorpiones", en las que se les ve matando de forma cobarde a seis jóvenes en las afueras de la ciudad. Cuando recuerdo esas sobrecogedoras imágenes no dejo de pensar que se les pasaría por la cabeza a aquellos chicos que veían morir a sus amigos y compañeros, sabiendo que segundos después el tiro en la nuca lo recibirían ellos. Sigo conmocionándome cuando recuerdo las imágenes de los oficiales del ejército serbo-bosnio que iban separando a los varones por grupos, según sus apellidos -puesto que delataban su origen étnico- , unas imágenes que dejaban ver las caras aterradas de aquellos que sabían seguro que sólo unas horas de vida les quedaba . ¿Dónde os ocultáis valientes asesinos?
Me duele enormemente cerciorarme de que todas las alarmas fallaron entonces, de que los sistemas de protección se vieron inútiles, de que Naciones Unidas pagó una vez más su involuntaria debilidad. Me duele comprobar que semejantes atrocidades hayan pasado casi inadvertidas en muchas instancias públicas, aparte de las oficiales internacionales, y se preste más atención a cosas que mueven a la risa. Me duele comprobar lo poco que puede hacerse para evitar que estas desgracias continúen pasando.
El 26 de febrero de 2007 se falla la sentencia a cargo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya en la que se absuelve a Serbia de una participación directa en la matanza de Sebrenica. Se dice que no se considera suficientemente probado que el estado serbio tuviera un "control" directo sobre las fuerzas serbias de Bosnia, y se le exime del pago de indemnizaciones por las muertes y violaciones habidas en Sebrenica. No obstante, ha de recordarse que sí se considera que Serbia es "responsable por omisión", puesto que se entiende que conocía la situación de riesgo inminente, tenía opciones de evitar el genocidio y no lo hizo. Luego, para la historia, y desde un punto de vista jurídico, Serbia, es y será siempre responsable por omisión. Creo no obstante, que la sentencia no colma las aspiraciones jurídicas de Bosnia, país denunciante, y aún a riesgo de equivocarme, considero que se ha cerrado en falso un asunto que a lo mejor merecía algo más de aplomo en su resolución. Las familias de aquellas víctimas, según una escritora serbia que hace pocas fechas escribía en La Vanguardia, se verán doblemente agredidas y humilladas por comprobar que la justicia internacional, ni puede juzgar a los responsables directos por hallarse prófugos, ni es capaz de condenar la intervención directa o indirecta del estado serbio, cuyo nacionalismo exarcebado y agresivo auspiciado desde la cúspide -detalles éste para no olvidar- llevó la desgracia y la sangre a toda la región. En todo caso, la responsabilidad por omisión, también es responsabilidad.
Huelga decir que los asesinos se saltaron todas los Convenios Internacionales sobre la materia, especialmente el Convenio de Ginebra sobre protección debida a las personas civiles en tiempos de guerra, de 1949. Huelga añadir las dificultades que muchos años después siguen teniendo forenses internacionales para continuar con la tarea de reconocimiento de los cadáveres una vez fueron levantadas las fosas comunes y exhumados los cuerpos. Debe recordarse la vergonzosa colaboración que no se sabe cuántos habitantes de las zonas serbias parecen mostrar al ocultar a los principales culpables de la perpetración de la matanza, Karadzic y Mladic, que siguen prófugos, casi con toda seguridad, en aquella misma región, un obstruccionismo de una parte de la población serbia que fue ya denunciado por el Parlamento Europeo, en su resolución de 7 de julio de 2005.
No sé muy bien si por fortuna o no, porque a veces pienso que esta es una época de locos consumistas y conectados, pero han quedado algunas imágenes de la matanza en los alrededores de Sebrenica a cargo de la perversa unidad de los "Escorpiones", en las que se les ve matando de forma cobarde a seis jóvenes en las afueras de la ciudad. Cuando recuerdo esas sobrecogedoras imágenes no dejo de pensar que se les pasaría por la cabeza a aquellos chicos que veían morir a sus amigos y compañeros, sabiendo que segundos después el tiro en la nuca lo recibirían ellos. Sigo conmocionándome cuando recuerdo las imágenes de los oficiales del ejército serbo-bosnio que iban separando a los varones por grupos, según sus apellidos -puesto que delataban su origen étnico- , unas imágenes que dejaban ver las caras aterradas de aquellos que sabían seguro que sólo unas horas de vida les quedaba . ¿Dónde os ocultáis valientes asesinos?
Me duele enormemente cerciorarme de que todas las alarmas fallaron entonces, de que los sistemas de protección se vieron inútiles, de que Naciones Unidas pagó una vez más su involuntaria debilidad. Me duele comprobar que semejantes atrocidades hayan pasado casi inadvertidas en muchas instancias públicas, aparte de las oficiales internacionales, y se preste más atención a cosas que mueven a la risa. Me duele comprobar lo poco que puede hacerse para evitar que estas desgracias continúen pasando.
El 26 de febrero de 2007 se falla la sentencia a cargo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya en la que se absuelve a Serbia de una participación directa en la matanza de Sebrenica. Se dice que no se considera suficientemente probado que el estado serbio tuviera un "control" directo sobre las fuerzas serbias de Bosnia, y se le exime del pago de indemnizaciones por las muertes y violaciones habidas en Sebrenica. No obstante, ha de recordarse que sí se considera que Serbia es "responsable por omisión", puesto que se entiende que conocía la situación de riesgo inminente, tenía opciones de evitar el genocidio y no lo hizo. Luego, para la historia, y desde un punto de vista jurídico, Serbia, es y será siempre responsable por omisión. Creo no obstante, que la sentencia no colma las aspiraciones jurídicas de Bosnia, país denunciante, y aún a riesgo de equivocarme, considero que se ha cerrado en falso un asunto que a lo mejor merecía algo más de aplomo en su resolución. Las familias de aquellas víctimas, según una escritora serbia que hace pocas fechas escribía en La Vanguardia, se verán doblemente agredidas y humilladas por comprobar que la justicia internacional, ni puede juzgar a los responsables directos por hallarse prófugos, ni es capaz de condenar la intervención directa o indirecta del estado serbio, cuyo nacionalismo exarcebado y agresivo auspiciado desde la cúspide -detalles éste para no olvidar- llevó la desgracia y la sangre a toda la región. En todo caso, la responsabilidad por omisión, también es responsabilidad.
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